domingo, 23 de abril de 2017

"A vela" entre La Gomera y Tenerife

Organización de un día de pesca submarina en la isla de la Gomera (años 70)


Llegamos a Playa San Juan ( Tenerife ) con dos lanchas Zodiac, una grande, la de Narciso y la otra pequeña de Sergio, comenzamos llenando los depósitos de gasolina y a meter los equipos de pesca dentro, ya con todo preparado salimos a la mar y llevaríamos unos 10 minutos navegando hacia La Gomera cuando en el motor de la Zodiac grande comenzó a fallar una de las bujías, pero a trancas y barrancas seguimos navegando hasta llegar a la Gomera, (como es lógico se gastó mas  gasolina de lo normal). Llegamos como a las ocho de la mañana y comenzamos a pescar hasta el mediodía, todo iba muy bien , habíamos hecho una buena pesca  y decidimos marcharnos para no llegar muy tarde a Tenerife, salimos aproximadamente a las doce del mediodía pero a  mitad de la travesía entre La Gomera y Tenerife se acabó la gasolina de la lancha grande  y se paró el motor.

Un fuerte viento nos arrastraba hacia La Gomera otra vez o hacia afuera, a mar abierta que era lo peor que nos podría pasar.  Nosotros antes de salir para volver a Tenerife habíamos pasado  la gasolina de la  pequeña Zodiac a la grande, porque con la avería de la bujía se había agotado la gasolina y así llevábamos la zodia pequeña de remolque con todo el pescado que habíamos capturado metido en un saco. Habíamos salido a las doce del mediodía de allá (de La Gomera)  a media travesía se acabó la gasolina y nos  quedamos a la deriva.

el Yo salté de la lancha grande a la pequeña,  allí cogí el saco de pescado, lo vacié en el  fondo de la lancha y lo abrí a la mitad para improvisar una vela con los remos, porque nos habíamos quedando  ya, sin gasolina, sin nada y a la deriva. Estábamos ya mas cerca de Tenerife que de La Gomera y el viento nos estaba alejando de nuevo, para detrás, para detrás.  Gracias a la vela improvisada y con el timón de la lancha pudimos salir del tramo de viento fuerte que nos arrastraba hacia atrás; a todo esto se fue haciendo de noche, pero ahora ya estábamos en una zona de calma y con los remos seguimos navegando, avanzando hacia Playa San Juan a oscuras porque era una noche de luna nueva y no se veía nada, solo las luces de las poblaciones, en lo alto de las montañas.

A lo lejos hacia el horizonte se veían luces de varios barquitos de pescadores y Sergio nervioso comenzó a gritar, "ehhh",  "ehhh"  aquí, estamos aquí a la deriva, vengan a ayudarnos y nosotros le decíamos tranquilo, tranquilo, no grites tanto, no nos pueden oír porque están muy lejos. Nosotros no teníamos en las Zodiac, ni linternas, ni Walky Talky , ni nada, estábamos completamente incomunicados con el mundo.

El caso es que llegamos cerca de Playa San Juan, cuando vimos una pequeña luz muy baja a la altura de la orilla del mar, pensando que era un pescador nos acercamos hacia la luz y gritamos "eh! el de la orilla, ¡eh! el de la orilla y el hombre con voz  un poco asustada dijo, ¿qué pasa?  ¿que pasa? no se veía nada, pero le gritamos , que estamos perdidos y no sabemos donde estamos y queremos salir .¡No, por aquí no!, estos son todo riscos y muchos bajones. !Miren ¿ustedes ven la luz pegada a la orilla que hay a su izquierda ?.  "Si".  " Pues allí hay un muellito , vayan para allá". Entonces nos dirigimos remando hacia la luz aquella; sobre el muellito habían unos hombres pescando, eran las doce de la noche ya nos estaban esperando porque oyeron las voces de nosotros hablando con el pescador de la orilla. Nos atendieron muy bien, nos ofrecieron leche caliente.  Les contamos la odisea o las penurias que habíamos pasado,  nosotros le dimos pescado y enseguida me tendí en el suelo del muelle y me quedé dormido, porque estaba completamente agotado.

Por la mañana salimos para Santa Cruz y ya pueden figurarse el disgusto de la familia que no sabían nada de nosotros. Cuando llegué a casa tuve que tirar el pescado porque estaba dando mal olor de estar tantas horas al sol y sin arreglar, mi suegra no lo quería y tuve que ir al Lazareto, en Los Llanos a tirar seis abadejos grandes de mas de cuatro kg. cada uno .

Y aquí terminó la historieta, hasta otra ocasión.
                                                                                                                 


sábado, 4 de febrero de 2017

Mi gran reflejo es mi padre

Mi anécdota

Mi padre estaba en el bosque tumbado, apoyado en un tronco de árbol. Mientras fumaba, escuchó un ruido lejano. Parecían caballos cabalgando lejos, pero cada día se escuchaba más cerca y no los veía pasar.

Le empezó a entrar sueño, pero notó algo raro. Entonces se quiso levantar, pero pensó que si se levantaba asustaría los caballos y tirarían al jinete. Después de tanto esperar, no pasaba. Pues, dijo me voy a levantar, y cuando se levanto le salto una hiena al lado.

Resulta que el ruido no eran caballos, .sino el corazón de la hiena que estaba esperando que se durmiera para comérselo.

Ironías de la vida. Te puede salvar algo que ni por asomo te esperas. Se salvó por encender un cigarro.