Me acuerdo que cuando era pequeña, en casa, mis padres y mis hermanos abríamos los regalos y a continuación subíamos a desayunar con mi abuela y desenvolver los regalos que me habían dejado en su casa. A ella le encantaba sentarme en el suelo de su habitación y tirarme una bolsa llena de regalitos, le gustaba ponerse por los pies de la cama y ver como los abría, dentro de ellos no podían faltar las bragas y los calzoncillos para todos sus nietos, fuese reyes o cumpleaños siempre te las regalaba. Fue una época muy bonita donde recuerdo con nostalgia a mi abuela.
Vamos a ir incluyendo en este blog anécdotas que hayamos oído a nuestros mayores, sobre cómo era su vida en su juventud.
jueves, 17 de diciembre de 2015
lunes, 14 de diciembre de 2015
Mi abuelo cuando tenía 9 años empezó a trabajar porque en sus tiempos estudiar no era una obligación como ahora, en cambio comer era una necesidad, entonces se fue a trabajar a unas plataneras de un pueblo cercano a 20KM ida y vuelta todos los días 6 veces en semana, pero también gracias a este sacrificio conoció a mi abuela y se casaron con 16 años.
La anécdota en cuestión es que con sacrificio, constancia y perseverancia aparecen las cosas buenas.
viernes, 11 de diciembre de 2015
RECUERDO DE MI INFANCIA
Mi niñez no fue tan bonita
como hubiera querido, tenía nueve años cuando falleció mi padre, a esa edad
apenas entiendes muchas cosas y te preguntas ¿por qué?..., pero la vida es así
y debes continuar. Gracias a la familia lo superé, siempre con su recuerdo. En
casa vivía con mi madre y mi hermano gemelo, pero también tengo una hermana
diez años mayor que yo,que estaba casada y tengo que decir que gracias a ella y
a mi cuñado pudimos salir adelante, pues siempre estaban pendientes de
nosotros. A mi madre le había quedado una pequeña paga por viudedad y no nos
alcanzaba para mucho y la verdad con la ayuda de ellos no nos faltaba de nada,
cada vez que se iban de vacaciones para el sur o para cualquier sitio,
arrastraban con nosotros, me llevaron a Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura,
Barcelona, ¡mientras viva,nunca lo olvidaré!. Recuerdo también que mi hermana,
que sabía coser, me hacía los vestidos ¡qué mona estaba siempre, (jaja)!.
De esta etapa de mi vida
también recuerdo que un par de veranos mi madrina me llevaba a Arafo, a casa de
los Orozco, pues ella era algo así como su ama de llaves, se llamaba Carmen y
la recuerdo con mucho cariño, porque era una buena mujer. Por ese tiempo tenía menos de siete años, no recuerdo
bien la edad.
Cuando veníamos mi hermano
y yo del colegio, nos encantaba ir a merendar con los demás niños por debajo de
mi casa. Recuerdo que había una charca,
y muchas flores, hierbas y lo pasábamos de maravilla, ya que mi madre
nos tenía el bocadillo preparado, yo le pedía que le pusiera plátano al pan,
¡me sabía a gloria!.
Nuestros juegos eran:
saltar a la soga, al elástico, al tejo, a los boliches, al trompo, las dos
últimos me decían que eran juegos de chicos, pero a mi me daba igual; otros de
los juegos era poner un vaso de plástico y meterle agua y jabón y batirlo con
una cuchara hasta dejarlo espeso , luego le ponía papel que se desteñía con el
agua, lo había en rosa, azul y de más colores. ¡Ah!, me olvidaba de los cromos,
cómo me gustaba pegar las estampitas en el álbum y cuando las teníamos
repetidas las cambiábamos con otros niños.
Mi madre nos compraba
pollitos para criarlos en casa, buscábamos una caja de zapatos o una caja de
cartón de otra cosa y allí los metíamos, y les dábamos de comer, cuando ya eran
granditos, mi madre nos traía otros dos, como nos poníamos contentos con los
nuevos, dejábamos de pensar en los otros, creo ahora que sería por la edad, que
no te parabas a pensar, solo sé que cuando me enteré de que cuando crecían los
mataban para comérnoslos, no quise tener más pollitos les cogía mucho cariño.
También tuvimos dos
periquitos, uno de color azul y otro de color verde, el mío era el verde.
Había un perrito en el
barrio que todos queríamos, le pusimos de nombre Tintín.
Concepción
Barroso Padrón, Aula de Candelaria FBI
II
UN TROCITO DE MI NIÑEZ
Recuerdo con mucho cariño esa etapa de mi vida,
siempre acompañada de mis amigas y de mi familia.
Mi padre aparte de su trabajo, luego en su tiempo
libre, sembraba y tenía una granja de gallinas que atendíamos entre todos.
Nosotras éramos tres hermanas pero la más pequeña nos lleva mucha diferencia de
edad, por esos estos trabajos los hacíamos las dos mayores y cada día antes de
ir al colegio teníamos que atender a los animales.
Nos gustaba mucho jugar, ¡cómo disfrutábamos!,
cada tarde nos divertíamos jugando a las casitas, al tejo,…
Cuando llegaba la Navidad hacíamos El Portal,
cantábamos villancicos, y disfrutábamos con la familia,¡ qué contentas nos
poníamos con el turrón y las peladillas!.
En fin que la niñez es la etapa más bonita, ya que
los niños ignoramos los peligros y siempre estamos llenos de ilusión.
Mª
Concepción Hernández Martín, (FBI II Candelaria). 18 de noviembre de 2015
RECUERDOS DE MI NIÑEZ Y JUVENTUD:
Pensando en mis recuerdos
de la niñez, me da pena no poder contar nada sobre mis abuelos, pues tristemente
no los conocí. De esa etapa de mi vida recuerdo con mucho cariño a una tía que
para mi era como mi abuela, me iba a su casa por las tardes a jugar con su hija que también se llamaba
Angelita y ella para diferenciarnos nos
llamaba Angelita la grande a su hija y Angelita la chica a mi que era más
pequeña. Lo que nunca he podido olvidar son sus meriendas con pan y azúcar.
De mi juventud recuerdo el
día de mi boda, eran tiempos difíciles, no había mucho dinero y nos casábamos
para marcharnos a Venezuela en busca de trabajo.
El día de la boda hicimos
la celebración en casa de mi tía, me casaba a las 8 de la tarde y a las 6
habían quedado en traer la tarta, recuerdo lo preocupada que estaba porque la
tarta no llegaba, pero siempre llegó a tiempo y tras la ceremonia pudimos
celebrarlo.
Angelita
Pérez Ruiz (FBI II Candelaria), 18 de noviembre de 2015
RECUERDOS DE MI INFANCIA
En esa etapa de mi vida
mis padres y abuelos vivíamos en una finca en la que estábamos de medianeros.
De esa época lo que recuerdo de forma especial era cuando mi abuelo reunía a
toda la familia, mis tíos y primos, para
recoger la cosecha de papas, mi abuela para comer hacía papas con pescado salado
con mojo verde, también me acuerdo como hacía mi abuela el café, usaba una
coladera que ella llamaba el calcetín.
Un momento muy importante
del día era cuando mi abuelo sacaba una bolsa de monedas y nos llevaba a todos
al patio, las lanzaba y nos decía que el que más monedas lograba coger le daba
de premio 500 pesetas, lo que nos ponía a todos muy contentos a ver quién cogía
más.
Al final del día, ya
cansados, tras la cena unos se quedaban a dormir ese día en nuestra casa y otros se marchaban y así hasta la próxima
semana en que nos reuniríamos otra vez.
Hoy añoro esos momentos
tan felices de mi vida que ya no volverán.
Mª
Candelaria Pérez González (FBI II Candelaria) 18 de noviembre de 2015
jueves, 10 de diciembre de 2015
COMO ERAN
LOS CONVITES DE LAS BODAS EN MI NIÑEZ
Un recuerdo importante, es la celebración de la
boda de mi hermana mayor, allá por 1965.
La de mi hermana fue el
comienzo de un nuevo tipo de bodas poco habitual entre las familias modestas,
pues hasta esas fechas la mayoría era
una celebración con tarta y dulces y poco más. En su caso fue una convite por todo lo grande, se
mataron cochinos, se preparó un menú completo, y en su elaboración participaron
todos los familiares y amigos; por supuesto tampoco faltaron los dulces de
Arafo incluida la tarta de bizcocho cubierta de merengue.
En aquella época los
camareros eran miembros de la familia o amigos que ayudaban en todo.
Se celebró en el salón del casino de Güímar, el antiguo edificio que se hallaba donde hoy está la escultura del obispo Pérez Cáseres. Recuerdo que asistió hasta el
Acalde, que en ese entonces eras Dº Pedro Guerra Cabrera.
Otro detalle que se acostumbraba era que el novio repartía
puros a los amigos invitados.
Margarita
Ferrera Medina (FBI II Candelaria), 18 de noviembre de 2015
martes, 8 de diciembre de 2015
VIVENCIAS DE MI NIÑEZ
Mi madre y mi tía tenían
patios de flores o jardines y recuerdo como cogíamos los pétalos de las flores
del geranio y las usábamos como uñas postizas, para parecer que las teníamos
pintadas. También nos poníamos piedras en las cholas para hacer de tacones.
Otros juegos de mi niñez eran
saltar a la soga, al tejo, montar en
bici y a muchas cosas más. Los sábados y los domingos
me iba con mis amigas y su madre a vender leche y con esa aventura lo pasábamos
bien, a veces me quedaba en su casa a dormir. Recuerdo un día especial, que la madre
había comprado unos pollitos y a nosotras se nos ocurrió llenar un baño de agua
y los metimos a ver si nadaban y casi se ahogan todos, hasta que la vecina nos
vio y nos peleó, casi nos mata. Y luego
cuando mi madre se enteró¡ me dio una buena!.Otro momento de la niñez que recuerdo con cariño eran las Fiestas de
Navidad, en mi casa se mataban cochinos y algunas gallinas para caldo o sopas.
Nos pegábamos toda la noche haciendo las
truchas que era el dulce
navideño. Y los niños de la casa íbamos a coger musgos para hacer un decorar un
Belén grande que montábamos en mi casa.
Ángeles Ferrera Medina (FBI II Candelaria), 18 de noviembre de 2015
Ángeles Ferrera Medina (FBI II Candelaria), 18 de noviembre de 2015
sábado, 5 de diciembre de 2015
MI PADRE
A finales de los 60 principios de los 70,mi difunto padre ejercía labores de mozo de almacén, en una empresa situada en la avenida tres de Mayo, desde donde caminaba hasta la recova.
Trataba(compraba)un saco de papas,subiendo a continuación hasta Somosierra. Decia que si pagaba un taxi era igual qué comprarlas en la venta.
(Sin firmar)
Trataba(compraba)un saco de papas,subiendo a continuación hasta Somosierra. Decia que si pagaba un taxi era igual qué comprarlas en la venta.
(Sin firmar)
viernes, 4 de diciembre de 2015
VIVENCIAS DE LA NIÑEZ: UNA MATANZA DE COCHINO (Una muerte de cochino)
Al calor
de la casa de mi abuela, hoy “la celebración de una muerte de cochinos en Arafo”.
Recuerdo
con mucho cariño el calor con que mi abuela materna agasajaba a los
suyos, día a día. Uno de los momentos más divertidos era la
reunión familiar para celebrar la matanza del cochino. Ese día
todos llegábamos desde temprano, mis tíos y tías, sus hijos y
algún allegado familiar.
Para los
niños el día comenzaba jugando, pues no nos permitían pasar a la
parte donde estaban los animales, para que no presenciáramos la
parte más dura, la matanza en sí. Recuerdo que venía un sr. del
pueblo del que decían que mataba al cochino clavándole un puñal,
luego los hombres de la familia abrían al animal y lo colgaban para
desangrarlo (un familiar recogía la sangre para las morcillas ,pues a
mi abuela no le gustaban).
Con un
soplete quemaban los pelos del animal, hasta reducirlos a pequeños
cañones.
En una
mesa de anchos tablones, dividían al animal en cuartos y comenzaban
a limpiar la primera carne para asar.
Mi abuela
preparaba un mojo picón muy rico y dejaba dentro unas ramas de
orégano con el que luego rociaban la carne, aunque en
verdad esa carne tan fresca y sabrosa, asada a las brasas de la leña
no precisaba ni mojo. Cuando nos llamaban porque salían los primeros
platos de carne asada, ya teníamos la boca hecha agua de tanto
esperarla. Recuerdo que mi madre nos la troceaba y nos llevaba pan,
que rebañábamos en la grasita con mojo que soltaba la carne ¡era
exquisita!.
Otro de
los momentos importantes era cuando mi abuela se ponía a hacer su
famoso caldo de azadura, típico de mi pueblo, en el que los
componentes principales son la azadura negra y blanca, o sea el
hígado y el pulmón del cochino troceados, tocino y otras zonas de
grasa del animal, garbanzos, azafrán, una fritura de cebollas,
tomates, pimiento,… Y cuando el caldo haya hervido lo suficiente
para ganar sabor, se le añaden unas papas grandes enteras y ya en el
momento de servirlo se le acompaña de unas sopas de pan ( pan
troceado en porciones finas y de unos 3cm. de largo). Mientras,
nosotros esperábamos el momento en que mi abuelo Pepe nos limpiaba
la vejiga urinaria del animal, la inflaba y ataba para convertirla en
una pelota mágica que sustituía a nuestra vieja pelota de plástico
y con la que jugaríamos hasta que se rompiera.
Las
mujeres y hombres de la familia seguían haciendo distintos
preparativos con la carne: 1.- la carne de adobo, que se aderezaba
con un mojo muy sabroso y luego se cocinaba a fuego lento y que en
las tardes sucesivas mi abuela sacaba cubierta de manteca y nos la
calentaba para que se derritiera y entonces poder seguir
disfrutando de su buena cocina.
2.- los
chicharrones que primero serían los hombres de la familia los que
troceaban el tocino acompañado de banditas de carne y algunos
llevaban la coraza de piel con resto de los cañones del pelo; luego
mi abuela aderezaba y ponía en su fuego a leña, bajo su constante
vigilancia hasta dejar en su punto ¡la verdad, han sido los mejores
chicharrones que he comido!. La grasa procedente de su cocción se
guardaba en una vasija de barro que ella llamaba orza, y al enfriarse
se solidificaba y se convertiría en la manteca con la que muchas
veces nos freiría papas.
3.- Ya
de tardecita, se hacían los chorizos, recuerdo que mi madre y mi tía
ayudaban a rematar la limpieza de los intestinos del cochino que por
la mañana los hombres de la familia habían limpiado, vaciando en un
hoyo de la huerta o cantero las heces contenidas y afinando su
limpieza introduciendo la manguera de agua a presión por uno de los
extremos, luego fragmentaban en bandas de cerca de un metro y ponían
en remojo dentro de un cubo o balde metálico con trozos de limón,
Y por las tardes ellas perfeccionaban esa limpieza trabando una
horquilla en las tripas y arrastrando los últimos restos de residuos
de forma repetida. Posteriormente rellenaban con una masa que habían
preparado a base de carne, tocino, sazonada con sal y especias como;
pimentón, pimienta negra,…. Y a la que habían molido con su
antiguo moledor o molino de carne; las recuerdo presionando con sus
manos y al completarlo ataban hilos cada 8 o 10 cm, fraccionando la
tripa en porciones.
4.-Al
final de la tarde entre rondas de vaso de vino de la cosecha
familiar, los hombres salaban el tocino o carne blanco así como los
huesos con restos de carne y ambos servirían de acompañamiento de
los caldos o guisos durante muchos meses del año. Aún recuerdo los
bocadillos de tocino que algunas tardes mi tía nos preparaba,
cortándolos en finas lonchas que en crudo acompañábamos al pan.
Recordar
este episodio familiar de aquella época, donde la economía de
subsistencia era la base del sustento, me hace pensar que si bien la
vida era dura, el calor que emanaba de esta necesaria convivencia ha
irradiado en mi familia y es el origen de que más de cuarenta años
después, nosotros, sus nietos con nuestras parejas, hijos/as,
novias/os de éstos nos sigamos reuniendo casi mensualmente ya sea en
la finca de uno, en la casa de otro o en un bar, para seguir
manteniendo encendida la llama de nuestra familia.
Gracias
madre (abuela), Gracias mamá, siempre estaréis en mi
pensamiento y en mi corazón
25
de octubre de 2015
Mari
Carmen Gil Hernández
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