Me han contado mis mayores y lo viví yo personalmente en mi niñez, la necesaria solidaridad de los vecinos en los pueblos pequeños, es algo parecido a lo que se transmitía en series de TV de otros tiempo, como "la casa de la pradera", aunque en ésta chocaba lo meloso, (Serie conocida por los entraditos en años). Mi pueblo, Arafo, era una comunidad pequeña dedicada a la agricultura y ganadería de subsistencia, y al igual que la mayoría de los pueblos de Canarias, España y por ende del mundo, salió adelante por el necesario impulso de la solidaridad entre sus vecinos, entre sus más próximos, así si una familia hacía la matanza de un cochino, se hacía una enorme perola de "caldo de azadura" a la que estaban invitados muchos vecinos del pueblo y éstos a su vez devolvían la invitación cuando el suyo estuviera preparado para "la muerte del cochino". Además se pasaban trozos de la carne, especialmente de tocino,que acompañaban a todos sus guisos/caldos, sabiendo que recibirían la devolución más adelante, cuando ya del suyo poco quedaba.
Si una pareja de novios pensaba edificar su nueva vivienda, el novio lo íba haciendo poco a poco y con el pago de algún albañil, pero cuando llegaba el punto de poner el techo, se reunían todos, familia, amigos, vecinos y culminaban el trabajo.
Cuando tocaba recoger la cosecha de papas, que solía ser extensa, desde madrugada estaban todos, ellos con guataca en mano, ellas con el faldón puesto y la cesta en la mano para ir recogiendo.
En los momentos más importantes de sus vidas allí estaban todos:
A la boda , todos íban al convite aunque éste fuera solo de rosquetes, bizcochón y merengues (los afamados dulces araferos, como su pan).
El día del parto todas les llevaban algo: unos huevos, una tableta de chocolate, un pollo para " el caldito", para que la madre recuperara fuerzas, pues no quiero contar el desfallecimiento que se le atribuía al padre (el Zorrocloco).
No íba a ser menos el día de la despedida final, allí estaban todos, arropando a la familia del fallecido, turnándose para que no se quedaran solos, trayedo sillas si en la casa no había suficientes, preparando un buen caldo de gallina para pasar una tacita a todos.
... Y muchos ejemplos más.
Pero yo que soy tremendamente realista, no quiero dejar de incidir en lo que a posta puse en el título "necesaria solidaridad", no es que antes fuéramos mejor que ahora, como dicen los nostálgicos, es que la necesidad obliga, y solo así podrían sobrevivir, pues estas sociedades tenían a su vez en contra, otras muchas costumbres negativas: el juzgar la vida de los demás, el poner unas normas sociales muy rígidas y marcar duramente a los que se salían de ellas, especialmente a las mujeres (marcadas por haber sido dejada por el novio, marcadas por haber sido madres solteras, etc, etc.) traiciones entre vecinos humildes durante la guerra civil, que nada ganaban en el bando golpista (el cruel chivatazo al bando golpista ganador, para delatar a los jóvenes de izquierdas que tuvieron que huir a esconderse en cuevas en el monte).
Con lo bueno y lo malo, es nuestro pasado, del que siermpre debemos aprender, cogiendo lo mejor . Así conservamos el acompañarnos en el momento final y hoy en el tanatorio del pueblo como antes en la casa familiar, nadie se ve solo y aunque muchos van al bar de las cercanías, algunos siguen tomando el caldito o el café que preparan para los familiares.
Pues sí, Mari Carmen: parece que va quedando hoy en día lo mejor de esa solidaridad y afortunadamente se han ido perdiendo los elementos negativos que comentas.
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